Despertar

Está en nuestra conciencia colectiva, en nuestra conciencia humana, el creer que debemos transitar una educación sólo con el fin de ganarnos la subsistencia. Una gran cantidad de estudiantes egresan de las universidades luego de haber adquirido (o no) mucha información académica que tiene como propósito el perpetuar las condiciones existentes, y las condiciones existentes no son naturales, ni sanas, ni normales. De qué sirve tener eminentes científicos si no son personas cálidas, afectivas, no egocéntricas, que busquen e indaguen sólo en cuestiones conectadas y en relación con la naturaleza, que la respeten, que protejan al ser humano, personas completas, inteligentes, tanto de mente como de corazón. Creemos que el futuro viene de la mano de un permanente desarrollo intelectual, pero ese futuro está muy lejos de ser el adecuado, el sensato, el natural. No necesitamos más que despertar un sentimiento de compasión, de unión (no uso la palabra amor porque ya ésta ha sido muy mal utilizada). Ese sentimiento, el de vernos como parte de una misma fuente, de un mismo origen (todes venimos del mismo lugar y nos encaminamos al mismo lugar) permite que podamos liberarnos de la esclavitud del ego, que es en definitiva lo único que nos enceguece y no nos deja ver la luz, la claridad, el horizonte, la paz, la hermandad, la unión con todos y con el todo. Ésa es la única salida, así nuestra educación no será sólo impartir conocimientos y nada más. Los conocimientos son necesarios, pero siempre está lo más importante que es el despertar del Ser, de lo divino, de la esencia cósmica, universal. Con ese despertar sabremos cómo hacer uso del conocimiento sin que nos destruya y sin destruir a los demás.

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