Vivir fuera de tiempo

¿Podemos, por un momento, sentir nuestro cuerpo ligero, liviano? Sentir que somos un manojo de moléculas, de átomos (que es en definitiva lo que somos al menos físicamente) que se mueven por el espacio (también físico), y que no somos tan importantes como podríamos pensar, que simplemente existimos, como existen millones de seres: humanos, animales, vegetales, minerales... que en conjunto, en armonía con el orden de la naturaleza, podemos vivir dichosamente... que las penas son porque nos hemos separado de nuestra esencia, de la fuente, de todo lo creado y manifiesto... sí, creo que cuando conectamos con todo lo vivo, todo lo existente, cuando miramos a los ojos, cuando reímos, lloramos, cantamos, podemos trascender los límites impuestos por el mundo físico, el de las formas (cambiante, en proceso de destrucción y construcción) y alcanzar un estado diferente, de ligereza, de despreocupación, no forzado y sin resistencia, un estado en que la vida se convierte en algo imperecedero, de algún modo en algo eterno, sin tiempo psicológico, en que ya no hay más ayeres ni mañanas.

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