Calidez y claridad

En los suburbios de aquella ciudad las horas pasaban y se hacían largas pero no me pesaban, las amaba, las vivía. Antes creía que mi vida no tendría salida, que estaría destinada a perecer sin descubrir, sin encontrar nada por qué vivir, creía que esas noches de vacío, de desasosiego, de espantosa soledad no acabarían más y que nada ni nadie podrían sacarme de este martirio. En los suburbios, en la pobreza, en la miseria, en la riqueza, en cualquier condición la vacuidad siempre es la misma. Lejana ciudad, distante, mar... mar que crepitas ¿a dónde vas? mar de mi vida, mar calmo... tempestuoso... mar... Dos, tres, cuatro, cinco, seis... siete, ocho, nueve, diez, once... llueve. Amo la lluvia. Doce, trece, catorce, quince, quince, ¡quince! Canta mi niño, canta tu canción, cuéntale al mundo tu verdad, no permitas que la tristeza te agobie, sólo deja tu canto andar. Camino... y una voz, dulce, roza mis párpados, y me detengo, y la respiro. Vi océanos partir, en mil pedazos revivir, y como gigantes visitantes hundir de lleno este largo viaje. Tempestades, rayos, vientos, fuego, sal, destierro... ahogo... abismo, piedra... tierra, arena. Atravieso la ola, con todo mi cuerpo, permanezco sumergida incontables segundos, sal, sal, sal ¡ya! ffffhhh... otra más, respiro más, como una flecha ataco el nuevo muro, cada vez más alto, y emerjo a la paz de la arena, blanca arena... acostada, agotada... Amor, dulce amor, cabellos de ángel, mirada serena, voz de mujer, corazón de viento... La hierba nos une, el bosque, la noche, la luna... suaves son tus manos, y tu caricia mi cielo, te abrazo, y no quiero soltarte, y me desarmo y me dejo llevar... en ti quiero estar y quiero darte mi eternidad. Árboles de cuentos mágicos, rojos, amarillos, de chocolate, de marfil, rodean nuestro andar. Cantan las hojas, algunas caen y otras se alejan, las hay regordetas, alargadas, delgadas, paquetas, presumidas, divertidas, despistadas, enamoradas... Caminar junto a ti es andar el cielo, y tomar tu mano es llenar de fuego y calor mi corazón... Tu verdad es el mar clara, límpida, directa tu risa es sincera fresca, eterna Tu voz es el río potente navío es suave brisa es dulzura niña.

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