Río de sentimientos

Un río quiso bajar despacio, se subió al lomo de un sauce y gota a gota cayó en el lodazal, lodazal de sueños, de lágrimas, de inquietudes. El río creció un poco, no mucho, no crean, creció según los sentimientos de aquel niño, niño pequeño y audaz, dulce sí, pero tremendamente combativo, justiciero, leal. El río era un río extraño, no creo que fuera líquido lo que contenía, era un río de emociones, de sentimientos. Por el río navegaba una tristeza, una alegría, un enojo, navegaba la soledad, la incertidumbre, la vacuidad, la plenitud, la risa, el llanto. Ese río contenía no sólo los sentimientos del niño, llevaba también el sentir de la humanidad, porque el niño, el niño representaba el clamor del ser humano en su completud, en su totalidad.

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