Futuro

Y llegó el día tan esperado, él descendió luego de recorrer tan larga distancia, sus alas se replegaron sobre su espalda y se dispuso a beber agua del río. Cuenta la leyenda que el mundo que él conoció era muy diferente hace muchos, muchos años atrás, parece ser que los seres que lo habitaban vivían en continuo conflicto, lucha, guerras, nunca tenían un momento de paz, de felicidad, sólo había odio, rencor, envidia, ira... cuentan también que algo sucedió en ese lugar, las personas comenzaron a temer por sus propias vidas, su futuro, y fundamentalmente el de sus hijos. Comenzaron a cuestionar su entorno, sus prejuicios, sus condicionamientos y decidieron cambiar de actitud, decidieron encarar la vida con amor, con intensidad, con otra vibración. No fue fácil, había que luchar con tantos obstáculos, tantas penas y dolor transmitidos generación tras generación. Pero la decisión estaba tomada y se produjo el milagro... el cielo brilló como nunca, se acabaron las emanaciones tóxicas, llovió días y el aire se limpió completamente. No hubo necesidad de que existieran ni comedores barriales, ni ONGs ni ninguna institución benéfica porque ¡no existían las diferencias sociales! ¡el ser humano era humano de verdad! Todo el mundo se ayudaba, cooperaba, trabajaba. Las bicicletas se habían multiplicado por millones, ahora los automóviles sólo se usaban en casos de urgencia, de extrema necesidad, ya no había ancianos con muletas, todos caminaban con sus fuertes pies, nadie usaba anteojos porque sus miradas estaban llenas de luz y energía, las iglesias desaparecieron, fueron enterradas con todo su oro y su odio y represión de siglos y siglos, se acabaron todos los medicamentos, las pastillas, los antidepresivos, los somníferos, todo, nada quedó en pie. Volvimos a nuestra sabiduría ancestral, a los yuyos, a las hierbas medicinales, ningún químico, ninguna sustancia artificial sobrevivió a la revolución. De repente el hombre dejó de matar animales para su estómago, se volvió vegetariano, una música permanente inundó toda la Tierra... ¡aprendimos a volar! nos nacieron alas, nuestro cerebro se desarrolló a su máximo potencial, fuimos seres de luz, dichosos, plenos y nunca más volvimos a nuestro oscuro pasado. Hoy nuestra existencia es siempre misteriosa, desafiante y llena de amor, paz, fraternidad y color.

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