Pepito y su viaje lunar

Pepito era el mejor amigo de todos los amigos. Era tan dulce y cariñoso que todos querían estar con él y no querían separarse nunca, siempre lo elegían para que jugara en su equipo de básquet y fútbol porque él lograba que, mientras jugaban, el partido fuera muy ameno y divertido. _ ¡Acá Pepito! ¡pasala! _ ¡Gooool! Y en el básquet _ ¡Triple, triple! ¡Tirala Pepi! _ ¡Tanto! El Pepito era un hermoso. ¡Cómo lo queríamos todos! Resultó que un día quiso viajar a la luna _ ¡¿A la luna?! Sí, sí, a la luna, como lo oyen. Me contó que quería ir para allá porque había escuchado que ver la Tierra desde ese satélite era maravilloso y él anhelaba tener esa experiencia particular. Así que el Pepi se puso manos a la obra y ¡comenzó a construir un cohete para salir volando hacia el espacio! _ Bueno, vamos a ver, un tornillo por acá, un tornillo por allá, doblamos este metal, colocamos esta ventanita, pintamos un poquito y ¡listo! ¡cohete terminado! _ ¡Genial Pepito! ¡Te quedó hermoso! _ ¡Gracias, gracias! Y llegó el día tan esperado, el cohete iba a despegar con Pepito adentro y algún que otro gato de por medio, porque claro está, este Pepito era un loco por los gatos, los amaba y no podía desprenderse de ellos. _ ¡Chau amigo! _ ¡Mucha suerte! _ ¡Traenos algún recuerdo! Y voló, voló, voló hasta que alunizó. Bajaron Pepito y el gato Manuel y se buscaron un lindo lugar para contemplar la bella Tierra. _ ¡Maravillosa! _ ¡Increíble! _ ¡Única! Después caminaron sobre los cráteres, comieron unos bizcochitos de aceite, tomaron un jugo de manzana y luego de recoger algunas piedras para llevar de recuerdo retornaron a la bonita Tierra. _ ¡Volvió Pepito y el Manuel! _ ¡Viva! _ ¡Regresaron! Y así fue como nuestro protagonista concluyó su odisea. ¡Bravo Pepito! ¡Hasta la próxima!

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